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La muñeca hada es una figura encantadora y delicada, con un rostro dulce y expresivo. Sus ojos brillan como dos pequeñas gemas, y su cabello, suave y sedoso, cae en ondas doradas (o de colores fantasía como rosa o azul celeste). Viste un vestido brillante hecho de tul y lentejuelas, que parece estar tejido con hilos de luz de luna.
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El elfo pequeño es una criatura menuda y ágil, de no más de medio metro de altura. Su cuerpo es delgado, con extremidades finas y ligeras, lo que le permite moverse con sorprendente rapidez y sigilo. Tiene orejas largas y puntiagudas que se asoman por debajo de una capucha o una melena despeinada, generalmente de tonos castaños, rubios o incluso verdes, como las hojas del bosque.
Sus ojos son grandes y vivaces, llenos de curiosidad, y brillan con un destello travieso que sugiere que siempre está tramando algo divertido.
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El duende viejo es una criatura menuda pero robusta, de espalda ligeramente encorvada por los años y con una expresión sabia que delata siglos de experiencias. Su rostro está surcado por arrugas profundas, especialmente alrededor de los ojos, que aún conservan un brillo travieso y una chispa de picardía. Su nariz es prominente y algo torcida, y de sus grandes orejas puntiagudas cuelgan pequeños amuletos o aretes de cobre y madera.
Su cabello, largo y despeinado, es completamente blanco o gris plateado, igual que su tupida barba que le llega hasta el pecho, trenzada en algunas partes con cuentas o ramitas secas. Viste ropas raídas pero llenas de carácter: una túnica de tonos tierra, un chaleco con bolsillos abultados de secretos, y unas botas gastadas que han pisado muchos caminos olvidados.